Con un dibujo de trazo fuerte, texturado y representación de la figura humana por él imaginada, catalogado por la crítica latinoamericana como 'expresionista', Carlos Poveda se dio a conocer en la década del sesenta a través de múltiples exposiciones en el continente americano. De ese período destacan una importante distinción honorífica que le otorgó la 8a Bienal de Arte de Sao Paulo, Brasil, y en Costa Rica, su país de origen, (San José, 1940) le otorgaron el Premio Nacional de Pintura.

Movido por la investigación pictórica a mediados de la década siguiente avanzó sobre su mundo figurativo y de los papeles que utilizaba como soporte, pasó a telas y cartones para enseñar un paisaje gráfico, también idealizado, escueto y profusión de relieves, suerte de collage o ensamblaje que lo inclinarían unos años más tarde a lo escultórico, cuando los soportes devinieron más firmes.

En la década del 80, Poveda se interesó más en lo 'vegetal' del paisaje que en la reminiscencia de ése y a principios de la década siguiente realizó esculturas de pared, originales 'nubes', 'árboles' y 'vegetación' que provenían de sus cuadros precedentes, con materiales como desechos de aluminio, maderas y polietileno, algunas de las cuales se encuentran instaladas en sitios públicos y privados de Caracas, Venezuela, ciudad y país en la cual vivió los últimos treinta años.

Pero interesado en otros tópicos de realización y la relación entre lo vegetal y lo alimentario, a mediados de los años noventa lo inclinaron a plantearse la 'naturaleza muerta'. Y en 1998 el 'Museo Jacobo Borges' de Caracas expuso una amplia muestra de esos planteamientos bajo el título de 'Paisajes Domésticos', donde el artista patentó una versatilidad alquímica en el uso de materiales poco convencionales, como semillas, desechos plásticos, fragmentos metálicos, etc., sobre soportes 'ready made', en un acto de composición azarosa que pareciera responder a una situación mimética y en la que se conjugan realidad y ficción en unos objetos escultóricos si se quiere abstractos.

De acuerdo al crítico de arte venezolano Jesús Fuenmayor, ésas obras "..no son iconos a pesar de su vocación figural, de su referencia automática que alude a la comida, porque no están allí sino con el esfuerzo de la imaginación del espectador figuras que podemos reconocer de la cultura de lo gastronómico. Son más bien como capas, manchas estructurales que provienen, si hemos de analizarlas de manera aislada, de un ejercicio meramente artístico, estético."

A éstas alturas de su trayectoria, la obra de Poveda muestra en lo técnico como en lo temático la huella de un artista que aprovechando una vocación autodidacta, convierte experiencia vivencial en desarrollo exponencial, presentando al mismo tiempo la autenticidad y lo novedoso en sus proposiciones. Actualmente vive y trabaja en Francia.